Hay
golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé.
Golpes
como del odio de Dios; como si ante ellos,
la
resaca de todo lo sufrido
se
empozara en el alma... Yo no sé.
Son
pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el
rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán
tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los
heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las
caídas hondas de los Cristos del alma,
de
alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos
golpes sangrientos son las crepitaciones
de
algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el
hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando
por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve
los ojos locos, y todo lo vivido
se
empoza, como un charco de culpa, en la mirada.
Hay
golpes en la vida, tan fuertes ... Yo no sé!
Cesar Vallejo
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