“En algún sitio que no
recuerdo, hace muchos años, leí un lema de los indios americanos que decía:
«Antes de juzgar a una persona, camina durante tres lunas con sus mocasines.»
Me gustó tanto que, para no olvidarlo, lo copié en la libreta de notas que está
junto al teléfono. Vistas desde fuera, muchas existencias parecen equivocadas,
irracionales, locas. Mientras nos mantenemos fuera es fácil entender mal a las
personas, sus relaciones. Solamente estando dentro, solamente caminando tres
lunas con sus mocasines pueden entenderse sus motivaciones, sus sentimientos,
aquello que hace que una persona actúe de una manera en vez de hacerlo de otra.
La comprensión nace de la humildad, no del orgullo del saber.
¿Quién sabe si meterás los
pies en mis pantuflas después de haber leído esta historia? Espero que sí, que
irás chancleteando mucho tiempo de una habitación a otra, que darás más vueltas
por el jardín, del nogal al cerezo, del cerezo a la rosa, de la rosa a esos
antipáticos pinos negros que están al final del prado. Lo espero, no para
mendigar tu compasión, ni para que me des una absolución póstuma, sino porque
es necesario para ti, para tu futuro. Entender de dónde venimos, qué hubo antes
de nosotros, es el primer paso para poder avanzar sin mentiras.
Esta carta se la tenía que
haber escrito a tu madre y en cambio te la he escrito a ti. Si no la hubiese
escrito, entonces sí que mi existencia habría sido verdaderamente un fracaso.
Cometer errores es natural, irse sin haberlos comprendido hace que se vuelva
vano el sentido de una existencia. Las cosas que nos ocurren nunca son
finalidades en sí mismas, gratuitas; cada encuentro, cada pequeño suceso
encierra un significado, la comprensión de nosotros mismos nace de la
disponibilidad para recibirlos, la capacidad de cambiar de dirección en
cualquier momento, de dejar la vieja piel como las lagartijas al cambiar la
estación…”
Susanna Tamaro
Susanna Tamaro
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