La vida no se mide marcando puntos como en un juego.
La vida no se mide por el número de amigos que tienes.
O por qué tan aceptado eres por los demás.
No se mide según los planes que tienes para este fin de semana o si te quedas en casa.
No se mide según con quien sales, con quien solías salir ni por el número de personas con quienes has salido, ni por si no has salido nunca con nadie.
No se mide por la manera en que te representas en una hoja de papel ni por quien te acepta a través de "tu escrito".
La vida simplemente no es nada de eso.
Pero la vida si se mide según a quien amas y según a quien dañas.
Se mide según qué tan feliz o infeliz haces a otros a propósito.
Se mide por los compromisos que cumples y las confianzas que traicionas.
Se trata de la amistad, la cual puede usarse como algo sagrado o como un arma.
Se trata de lo que dices y quieres decir, intentando ser dañino o benéfico.
Se trata de cuando inicias rumores y contribuyes con los pequeños chismes.
Se trata de los juicios que formulas y porque los formulas. Y a quien se los comentas.
Se trata de a quien no le haces caso o ignoras... adrede y con toda intención.
Se trata de lo celoso, temeroso, ignorante y vengativo que pudieras ser.
Se trata del odio y el amor que llevas por dentro, dejándolo crecer, y de la manera que lo prodigas.
En su mayor parte se trata de si usas tu vida para ayudar o para envenenar el corazón de otra gente.
Tú y solo tú escoges la manera en que vas a afectar el corazón de otros.
Y de esas decisiones se trata la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario