viernes, 20 de septiembre de 2013

EL TREN DE LA VIDA




La vida no es más que un viaje por tren. Repleto de embarques y desembarques; salpicado de accidentes, sorpresas agradables en algunos embarques y profundas tristezas en otros.

Al nacer nos subimos al tren y nos encontramos con algunas personas que creemos estarán siempre con nosotros en este viaje: nuestros padres.

Lamentablemente, la verdad es otra. Ellos se bajarán del tren en alguna estación dejándonos huérfanos de su cariño, amistad y de su compañía irremplazable.

No obstante, eso no impide que se suban otras personas que serán muy especiales para nosotros.

Llegan nuestros hermanos, amigos y esos amores maravillosos.

Unos encontrarán en el tren un simple paseo; otros hallarán solo tristeza y otros estarán siempre listos para ayudar a quien lo necesite.

Muchos al bajar dejan una añoranza permanente. Otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta de que desocuparon el asiento.

Es curioso constatar que algunos pasajeros, quienes nos son más queridos, se acomodan en vagones distintos al nuestro. Se nos obliga a hacer el trayecto separados de ellos. No se nos impide que durante el viaje, recorramos con dificultad nuestro vagón y lleguemos a ellos.

Pero lamentablemente ya no podremos sentarnos a su lado, pues habrá otra persona ocupando el asiento.

No importa, el viaje se hace de este modo: lleno de desafíos, sueños; fantasías; esperas y despedidas.. pero jamás de regresos. Entonces... hagamos este viaje de la mejor manera posible.


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