NI TÚ NI
YO SOMOS LOS MISMOS
El Buda fue el hombre más despierto de su época. Nadie como él
comprendió el sufrimiento humano y desarrolló la benevolencia y la compasión.
Entre sus primos, se encontraba el perverso Devadatta, siempre celoso del
maestro y empeñado en desacreditarlo e incluso dispuesto a matarlo.
Cierto día que el Buda estaba
paseando tranquilamente, Devadatta, a su paso, le arrojó una pesada roca desde
la cima de una colina, con la intención de acabar con su vida. Sin embargo, la
roca sólo cayó al lado del Buda y Devadatta no pudo conseguir su objetivo. El
Buda se dio cuenta de lo sucedido permaneció impasible, sin perder la sonrisa
de los labios.
Días después, el Buda se cruzó con
su primo y lo saludó afectuosamente.
Muy sorprendido, Devadatta
preguntó:
--¿No estás enfadado, señor?
--No, claro que no.
Sin salir de su asombro, inquirió:
--¿Por qué?
Y el Buda dijo:
--Porque ni tú eres ya el que arrojó la roca, ni yo soy ya el que estaba
allí cuando me fue arrojada.
*El Maestro dice: Para
el que sabe ver, todo es transitorio: para el que sabe amar, todo es
perdonable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario